Vengo a decirte, querido guerrero del teclado

Esto no es tanto para el opositor de a pie, en parte porque sé que probablemente no le va a llegar y, más importante, porque estoy convencido de que es necesario que un buen grupo de venezolanos se oponga, critique, tenga otro criterio y piense que este no es el camino. En cambio, te hablo a ti, a la vanguardia, al tuitero y/o forista que no habla de otra cosa que no sea Chávez; el que adorna los perfiles en las redes sociales con fotomontajes de Chávez, de Jorge Rodríguez, de Diosdado, de Fidel, de Raúl y algunos, los más exquisitos, con fotomontajes de la familia de Chávez y que ahora, sólo porque al “Flaquito” le tocó ser el candidato, es parte de ese maravilloso decorado, sólo que en poses heróicas que hacen que quien no sabe lo que pasa en Venezuela piense que Capriles es un luchador incansable, amén de ser también un brillantísimo estratega de la política que, insatisfecho con ser el político perfecto, también es un ser humano lleno de sensibilidad que ama a su familia como nadie más ha podido amar a la suya.

Te hablo a ti, a ese a quien, ya sea en Internet o en la calle, uno luego de observarte y escucharte durante horas sigue sin saber si te gustan más los perros o los gatos, si te gusta la salsa, el rock, el reggaeton, la música electrónica o la música académica porque sólo hablas de Chávez o, hasta mañana en la noche, de Capriles. Tú, guerrero incansable que te levantas pensando en Chávez luego de haber soñado con Chávez para pasar todo el día hablando de Chávez y acostarte otra vez a tener pesadillas con Chávez, al menos cuando no hay un candidato opositor visible, quien entonces procede a pelearse ese espacio y tiempo que, tengo el deber de informarte, es tuyo, y por eso, entre otras razones, deberías regalarte un descansito de vez en cuando.

Hoy, sábado 6 de octubre, te escribo estas líneas que trataré de regar después del primer boletín del CNE para explicarte qué demonios fue lo que pasó, porque debes estar enredadísimo, y con razón. Lo primero que debes saber es que no se va a acabar el mundo. Por favor, no te lances por la ventana. Respira profundo y vamos a tratar de ir despachando con calma y tanta brevedad como sea posible cada tema.

Esta es una verdad que debería verse solita, pero que ha escapado a tu entendimiento durante 14 años: Hugo Chávez lleva 14 años ganando porque sus contrincantes siempre han sido, en esencia, los mismos, más allá de que el candidato de turno cambie de nombre y rostro. Y esto no tiene relación con el pasado, con los adecos, con los copeyanos ni nada parecido. De hecho, tal vez, como dice el mismo Chávez, un Betancourt pondría la cosa complicadísima porque, independientemente de lo que se pueda pensar de Betancourt, él era un POLÍTICO. Cuando un POLÍTICO habla, inclusive aquellos que no tienen tantos seguidores, el país escucha. Y a veces, si el mensaje es lo suficientemente contundente y se envía con la convicción y la fuerza necesaria, el país escucha y se estremece. Temblaba la mitad de La Española cuando hablaba Balaguer, pero también temblaba cuando hablaba Bosch. Eso es política y, créeme, no se da sólo durante los tres meses de una campaña electoral.

Si Chávez se hubiera enfrentado durante 14 años a POLÍTICOS, tal vez ya, como dice tu candidatísimo, se habría “agotado el ciclo”, como se le agotó a Mitterrand, a Chirac o a Kohl. No fue ese el caso. Todavía están ustedes pagando el error que se cometió al principio de este proceso (puedo decir “proceso”, ¿verdad? Lo uso con su definición más destilada e inofensiva): Los partidos se rindieron frente a la antipolítica, es decir, medios, gente de muchísimo dinero y algunos pichones de tecnócratas del IESA, y dejaron que tomaran el timón de la lucha política. Hay fuerzas dentro de la oposición que entienden esto, lo lamentan profundamente y tratan de revertirlo, pero contra tanto dinero, tantos periódicos, tantas radios y tanta televisión, la pelea es muy cuesta arriba.

Tú, estimado guerrero del teclado, has sido parte del problema porque no has movido un dedo para solucionar este problema. En el supuesto negado de que este rrrrrrRRRRRRégimen oprobioso y castrocomunista de corte neotiránico ilegalizara a, digamos, Un Nuevo Tiempo, el abuso no te pegaría ni una fracción de lo que te molestaría que multaran a, digamos, El Nacional, siendo el segundo un procedimiento casi de rutina que ocurre en todos los países del mundo cuando un diario, una emisora o una televisora pierden la brújula y empiezan a propagar locura y estupidez, racismo o absurdos llamados a la violencia. Si te hace feliz decir que todo eso lo hace Chávez y pretendes agarrar alguna frase fuera de su contexto para probarlo y así justificar un error con otro error, aunque el segundo sea inventado, adelante. Ya, ahora que conocemos los resultados de estas elecciones, sabemos a dónde lleva la autocomplacencia, ¿verdad?

Primero Justicia, es importante aclarar, a duras penas llega a parecerse a un partido político. Es un partido político aferrado a la antipolítica. Es decir, una especie de helado de sardinas con salsa cuatro quesos encima. Ese sentimiento de antipolítica que te embarga desde el 98, combinado con la curiosa obsesión que tienes con la política, o digamos mejor “politiquería”, es la causa de tu simpatía por esa cosa a la que llaman Primero Justicia. No lo verás ni entenderás hoy o mañana, pero un día, cuando te preguntes qué carajo acaba de pasar, recordarás estas líneas que ahora te sacan la piedra y pensarás que ese chavista desdentado tal vez tenía razón.

A grandes rasgos, la razón estructural más importante de lo que ha venido pasando todo este tiempo es esa: Entre la política y la antipolítica, la primera tiene las de ganar. Si eso hace que arrugues la cara, entonces ya sabemos tú y yo que tengo razón, ¿no crees? Y si dudas, pregúntate por qué los verdaderos políticos de la oposición trabajaban antes del 12 de febrero para que no pasara lo que pasó ese día. Si revisas con atención cada declaración, cada entrevista, verás que ellos definitivamente sabían algo que tú no sabías pero que no podían explicarte porque te les ibas a lanzar encima a para llevarlos a la hoguera, al juicio sumarísimo de la Santísima Globovisión. Y no lo hacían por maldad. Tampoco porque son “chavistas infiltrados”. Lo hacían porque tienen instinto de supervivencia. Cuando la antipolítica es gobierno, los políticos empiezan a desaparecer misteriosamente, y no sólo los de la ultraizquierda. Si no me crees, pregúntale a Eduardo Frei, que de chavista no tiene nada, qué pasó con su papá y, para ñapita, búscate los periódicos de esa época allá en Chile para que veas cómo son los titulares y las noticias en dictadura. Es extraordinariamente fácil, cuando la dictadura es real y se lo propone, hacer que los medios sean sus amiguitos. Es un asunto de realazos y… Pues básicamente sólo eso, porque es lo único que le importa a un dueño de medios. Si crees que Miguel Henrique es un gran héroe a quien este rrrrrRRRRRRRégimen jamás podría acallar con un buen bozal de arepa, entonces, como sospechaba, y mira que por eso me siento a escribirte estas líneas, sabes muy poco de política. Pero eso no es culpa tuya. Es producto un plan que viene corriendo desde finales de los 80 y que Chávez, aunque no lo admitas hoy, mañana o nunca, afortunadamente logró abortar. Tal vez un día te echen ese cuento.

Pero vamos a cerrar las causas estructurales. Empecemos con lo concreto, con la coyuntura electoral. Esto, prometo, te va a gustar un poquito más (aunque te seguirá molestando) pero, si tenemos mucha suerte, no pasarán años para que lo entiendas.

Estas elecciones, por el tiempo que ha pasado, por los errores del gobierno, por la ineficiencia en muchas áreas, debieron dar un resultado mucho más cerrado. “FRAAAAAAAUUUUUUUDEEEEEEEEE” quieres gritar después de leer eso, pero ese no fue el caso. Este resultado fue la inevitable consecuencia de una seguidilla de errores que, sinceramente, este ateo casi siente como algo sobrenatural, porque una cosa es equivocarse y otra equivocarse tanto, tan seguido y con tanto gusto. Debo informarte que fuiste parte entusiasta de la mayoría de estos errores, pero eso no es malo. Por el contrario, al menos ya sabes que el cambio puede empezar por ti. ¿Empezamos?

Elegiste a un grupo de diputados en una votación reñida que dijiste ganar a fuerza de sumarte los votos del PPT, ese PPT que, te recuerdo, en esa época se presentaba como algo que flotaba en el medio entre las dos fuerzas dominantes y que a duras penas metió dos diputados en la Asamblea. Grave error sumarse tan alegremente esos votos porque no puedes saber a dónde irán dos años después, pero está bien, vamos a seguirte la corriente porque ya sabemos lo que pasó en estas presidenciales. Pocos meses después, tus estrellas del parlamentarismo, tus diputadísimos, esa gente decente, brillante, preparada, echadísima pa’ lante y que luchaba valientemente para frenar desde la Asamblea al castrocomunismo neodespótico, tuvieron en frente nada más y nada menos que a Chávez. Se paralizó el país entero. Todos estábamos pegados viendo el asunto. Tú, en particular, estabas emocionadísimo esperando que tus diputados arrechísimos pusieran de rodillas al dictadurzuelo de Sabaneta. “Que se ponga de pie quien crea que…”, “Quien tenga que decir algo al respecto que se levante y me lo diga en la cara”… Nada. Alfredo Ramos, un buen hombre, se levantó y mencionó respetuosamente algo sobre los tickets de alimentación para los jubilados. Buena su intervención; oportuna y valiosa. Pero Borges, Miguel Ángel, Mari Cori, el otro, la otra, se quedaron pegados a la silla con cara de pocos amigos mientras tuiteaban y tuiteaban. ¡Tenían a Chávez ahí en frente y lo malandreaban por Twitter! Y sabes que no te miento. Fue así.

¿Qué hiciste tú después de ver eso? ¿Les dijiste algo al verlos en la calle? ¿Tuiteaste? ¿Les dijiste cuatro cosas en alguna red social como siempre haces con cualquier cosa que huela a rojo? No respondas. Yo sé qué pasó. Un año más tarde, Mari Cori, efectivamente, se levantó y gritó cuatro insultos. “Gane las primarias primero, diputada…” dijo Chávez. Mientras tú aplaudías hasta que te sangraron las manos, se acercaban, ciertamente, las primarias. El grito libertario de Mari Cori le reportó 100 mil votos. Un tercio de la cantidad de seguidores que tienen en Twitter. Sabemos que la cantidad de seguidores en una red social dice poco o nada en asuntos electorales a pesar de lo que digan en VTV sobre @chavezcandanga, pero la disparidad no deja de ser un poco patética, como si Chávez sacara apenas un millón de votos. La Mari Cori que le gritaba a Chávez, que decía que Capriles era una copia de Chávez, la del capitalismo popular, que era también la antipolítica en pasta, pero al menos tenía un discurso con el que se podía o no estar de acuerdo, se quedó en el aparato, se metió su grandilocuencia en el bolsillo y le dieron un cargo de nombre muy rimbombante pero de poco nivel en el comando de campaña de Capriles. Esa disparidad seguramente no te dijo nada sobre cuántos son ustedes, pero a muchos que ven la cosa desde afuera sí.

Con el episodio de la primera rendición de cuentas ante la Asamblea, te informo, Chávez empezó a subir unos punticos. Pero tú no crees en encuestas, ¿verdad? 😉

Ahora, amigo, te regalo el lomito de este pedante y aburrido escrito: En junio de 2011, Hugo Chávez dice desde La Habana que tiene cáncer. Se activa otra vez el Twitter. Se activan los articulistas estrellas, los “analistas”, lanzas una piedra al aire y aparecen veinte oncólogos. ¿Para qué? Pues, ¿para qué más iba a ser? Para revolcarse en el morbo, la euforia, la mezquindad y la miseria humana. Tú, porque mira que sé que de cada 10 guerreros del teclado al menos ocho entran en esta categoría, fuiste protagonista del júbilo. “¡Viva el cáncer!” decían pintas en algunas paredes de las zonas pudientes de Buenos Aires cuando murió Eva Perón. ¿Quieres que te cuente lo que representan hoy Juan Domingo y Eva Perón para millones de argentinos y no pocos latinoamericanos o prefieres averiguarlo tú?

Ahí te quedaste y ahí se quedaron, en el poquitacosismo. Tuvieron la gigantesca oportunidad histórica de ser monstruos políticos haciendo algo que, por razones que te confieso escapan a mi entendimiento, jamás han tenido el tino y la sensatez de hacer: Quedarse callados. Si tú y tus héroes, como Bocaranda, como el fulano “Doctor” Marquina que nadie sabe quién carajo es, Ravell, la fulana Bicha, el otro, la otra, tú (de nuevo), ustedes, vosotros, pues, se hubieran limitado a decir “Ojalá se recupere. Un abrazo a su familia y esperamos verlo sano para el proceso electoral del año que viene”, pues no sé qué habría pasado, pero no habría sido esto por lo cual ahora lloras y haces rabietas. Y sí, la mayoría de los políticos se comportaron a la altura; hasta tu otrora candidatísimo y esa cosa a la que llaman Primero Justicia lograron taparse la boca. Pero, ¿y La Patilla, El Nacional, Globovisión, Bocaranda, Ibsen Martínez, el otrora inteligente (y no por castrocomunista, porque hablo del pasado reciente: 2004, 2005 y 2006) Teodoro Petkoff, Rayma, Weil, Edo…? ¿Sigo o ya me entiendes? Esa explosión de idiotez, morbo y poquitacosismo fue el momento donde puedes poner la marca y decir “Fue en este momento cuando esta elección que acabo de perder dejó de ser cerrada. En ese momento ganó Chávez y la cosa era irreversible”. Eso a lo que tan desatinadamente llamaste “Misión lástima”, si hubiera existido como tú la imaginaste, habría sido completamente inútil sin tu morbo, tu euforia malsana, tu mezquindad y tu miseria, así como la de todos tus héroes y celebridades de los medios y las redes sociales.

Te propongo entonces aquí una pausa para que vayas a servirte un trago, a fumarte un cigarro o prender un porrito para que te felicites y celebres haber logrado lo imposible: Hiciste que un candidato que apenas sale de una enfermedad grave, así como con no pocas deficiencias en su gestión, ganara por un margen bastante holgado una elección que pudo haber estado cerradísima. La buena noticia es que, como eres parcialmente responsable, también puedes cambiar muchísimas cosas y empezar a ver las diferencias en el corto plazo. Pero anda, date tu regalito. Lo mereces.

Mientras ustedes fracasaban y regalaban esta elección, nacía, porque el gobierno también juega, la misión vivienda. “Misión maqueta”, decidiste bautizarla, mientras las maquetas se iban convirtiendo poco a poco en edificios. Nacieron los “Jueves de vivenda” en VTV (por cierto, ¿quieres que te diga cuál es el share de VTV y cuál es el de Globovisión? Si quieres mejor lo investigas tú). No voy a sacar la cuenta de cuántas viviendas entregaba el gobierno por cada casa que visitaba Capriles; me parece mezquino, pero si quieres puedes hacer el ejercicio mental. Aparte de la monstruosa y agresiva (este segundo adjetivo lo traigo directamente de CNN) construcción de viviendas, nacieron otras denominadas “Grandes misiones”, a saber: “En amor mayor”, “Hijos de Venezuela”, “Saber y trabajo”… Todas de impacto.

No te voy a mentir. Capriles no era el mejor candidato. Si querías decantarte por la antipolítica, te salía mucho mejor Mari Cori, elocuente y bien asesorada. Si querías un candidato de la política, salía mejor Pablo Pérez, sorprendentemente curtido y sin enemigos abiertos o encubiertos dentro de la oposición. Pero el problema es que la cantidad de peso (es decir, errores) que ya entre tú y tus héroes mediáticos y de las redes sociales le habían puesto en el lomo al candidato que saliera de esas primarias hacía que la elección estuviera bien perdida, es decir, no por poquito, sino bien perdida. El esfuerzo de Capriles de ir de pueblo en pueblo para no decir nada, aunque muy meritorio desde el punto de vista físico y logístico, no iba a revertir lo que ya se sabía aunque tú no lo sabías… O tal vez no lo admitías. No sé.

Pero en las deficiencias de fondo del candidato Capriles no voy a entrar más. Todas aparecerán como por arte de magia frente a tus ojos como pasó a partir del 4 de diciembre de 2006 con Rosales. Voy, sin embargo, a darte un pequeño dibujo de cuál fue el mensaje de su campaña en lo macro. Esto, claro, incluye ideas tuyas y de tus periodistas, “analistas” y tuiteros arrechísimos, así como sus refulgentes jefes de esa camarilla que resultó ser el Comando Venezuela.

La primera etapa fue, en dos platos, algo como “Yo voy a hacer todo lo que ha hecho Chávez, pero ligeramente mejor. Además, no me llamo Chávez y eso es algo”. La segunda etapa fue algo como “Yo puedo correr, brincar e ir de pueblito en pueblito porque estoy sanito y en cambio Chávez está enfermo”. Ambas lamentables, contraproducentes y dignas de gente que poco sabe de política, como Briquet, López y el mismo candidato. La tercera fue una incomprensible mezcla de “Este gobierno no ha hecho nada” (conjuga eso con la primera etapa a ver qué sale) y una cantidad de ofertas y promesas que, en muchos casos, parecían más de candidato a una alcaldía. “Este pueblo está harto de las promesas y la cháchara del gobierno. ¡YO PROMETO…!” Verdaderamente extraordinario. Todo enmarcado en una pedidera de debate que se activó una vez al mes durante los tres meses de campaña. ¿Tú, amigo, todavía no has entendido que en la política de Venezuela no hay tradición de debate y quien pide debate lo hace porque sabe que va perdiendo y espera subir dos o tres punticos con eso? No son inventos míos. Es de librito. Es decir, si se escribiera un breve manual de política electoral en Venezuela, pedir debate cuando se sabe que se está perdiendo para ver si se suben dos punticos estaría en la segunda página. Si no me crees, recuerda a Rosales, recuerda la gallina de Arias Cárdenas, mira cómo el candidato del PRI dejó debatiendo solos a todos los demás candidatos allá en México porque se sabía sobrado y, más cerca de nosotros, recuerda que Capriles, sorprendentemente bien asesorado, estuvo a punto de no ir al primer debate que hicieron los precandidatos en la UCAB.

Ya tienes una idea más o menos cercana a explicar qué pasó, ¿verdad? Espero que sí, porque esto me ha tomado tiempo, y mira que yo escribo rápido. No quiero imaginar cuánto tiempo has invertido para llegar hasta aquí, así que espero que ya esa incógnita esté al menos parcialmente resuelta. Ahora, si te provoca seguir leyendo, te diré qué puedes hacer en el corto y mediano plazo:

Despersonaliza el tema. Pensar que todo empieza y termina con Chávez es un terrible error que sólo lo hace más fuerte. No busques en tu rabia o en tu impotencia, sino en tus ideas, y oponte a partir de ellas. No se justifica odiar y es infantil decir que odias por culpa de Chávez, de Luis, de Pedro, del otro, de la otra… Tu odio es tu prerrogativa, es personalísimo, y el daño que te haga a ti, a tus amigos, a tus familiares y a quienes te rodean es tu responsabilidad. Si no quieres empezar a meter la cabeza en esto de la política, el abanico de las ideologías (sí, te informo que todos los partidos y los actores políticos deben tener una ideología, sea cual sea), entonces vota por quien quieras cuando te toque votar y no permitas que el tema se apodere de tu vida, porque te va a enfermar… Porque probablemente ya te tiene enfermo. Te lo digo por tu bien.

Dale una patada a lo mediático. Manda al demonio a Globovisión, a La Patilla, a El Nacional, a Ravell, a Bocaranda, a la Bicha, a Ballesteros, a Kico, a Carla, a tu propia guerra de Twitter y tus compañeros de la misma. Abraza a la política de verdad, la de las ideas, la de los libros, la de la historia, la de la geografía, la del deseo de querer lo mejor para todos y no lo peor para Chávez o, en el peor de los casos, él y sus seguidores. Y si insistes en decir que tienes que responder al odio con odio porque crees que Chávez te odia, entonces te sugiero que te vayas a Miami, porque no tienes remedio. Pero yo te aseguro que cuando cucarachas como Bocaranda queden con 200 seguidores en Twitter, cuando la circulación de El Nacional pise los 1000 ejemplares, entonces, y sólo entonces, le llegará la hora bonita a tu bando.

¡Escúchanos! Bueno, si prefieres, no a mí, porque yo soy terriblemente pedante y seguro ya te caigo de la patada. Pero escucha al chavismo de base, a esos a quienes llamas malandros, desdentados, cerrícolas, marginales, matones, huestes, hordas, ignorantes, chaburros, esbirros y todo lo demás. Aunque no lo creas, nosotros, o al menos una muy buena parte de nosotros, más allá de adjetivos como escuálidos y majunches que, debes admitir, son infinitamente menos duros que los que tú usas, siempre estamos buscando el mejor ángulo para entrar y darte un abrazo, para enseñarte algunas cosas y aprender de ti. No imaginas cuánto han aprendido los más humildes de todo este proceso, con cuánta nobleza y bondad han abordado el aprendizaje y cuánto cariño y cuánta solidaridad pueden dar. Si queda un ápice de bondad y ternura en ti, te aseguro que ese descubrimiento será genial. De los encamburados, de los que sólo están en esto por el clásico “Póngame donde haiga”, evidentemente ni te ocupes. Esos no valen la pena. También tenemos a nuestros talibanes, sí, y a ellos tampoco tienes por qué escucharlos, pero son muchísimos menos de los que tú imaginas.

Concluyo recordándote que, más allá del tono burlón que a veces usé, más allá de la crudeza de algunas de mis líneas, en ningún momento te pedí que pensaras como nosotros, porque esa no es la idea. La idea es que tengamos una mejor oposición, porque una mejor oposición siempre redunda en un mejor gobierno. También reafirmo el sentimiento del párrafo anterior. Ahora bien, si prefieres ignorar todo lo que te he dicho y negarle a tus compatriotas la mismísima existencia, el don del SER, así como el raciocinio, adelante. Sigue pensando que somos brutos o que no existimos. Ganar se siente sabroso, así que no me voy a quejar. 😉

Ahora, después de las elecciones y de haber oído los resultados y los discursos, regreso a este escrito antes de ponerlo a circular para decirte algo: El de tu candidato fue, a todas luces y a pesar de que sigo pensando todo lo que dije sobre su partido, un buen discurso. A partir de ese discurso se puede construir algo, y no poco, para decirte la verdad, pero a partir del discurso de nuestro Presidente también se puede construir mucho. Lo que ocurra en el futuro depende de cuán dispuesto estés tú a trabajar en base a ese discurso y hasta qué medida hagamos nosotros lo propio con el discurso de nuestro Presidente. Si prefieres deshacer a fuerza de odio y berrinches las incipientes pero interesantes bases que pueden nacer de ese discurso, adelante. Ganar, como ya te dije, se siente sabroso.

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